Saturday, May 07, 2016

“Danger Do not Molest or Feed”


Pudiese entender el apego que muchas personas pueden sentir hacia sus mascotas... yo tuve una también. Lo que mi limitado intelecto no es capaz de abarcar, es el "amor" patológico de varias personas hacia sus animales. Yo también tuve mascotas, y se la gran compañía que pueden representar, pero al final son eso, animales.

Ahora mi pequeña advertencia a cualquier potencial lector de esta nota: Si usted es de los que aman con locura a su “puchi”, o su “peluso”, paren ahora mismo y dense media vuelta…


…¿Todavía aquí? No digan que no se los advertí…


Todo comenzó hace dos días con el post en Facebook de una noticia local que narraba la historia de como un "Alligator" de 7 pies (Algo más de 2 metros) se comió a un canijo miniatura en un parque de la zona, ante la mirada estupefacta de sus dueños. El post fue subido a un grupo local llamado “Weston and Beyond”, que ahora no sé por qué sigo allí, pero eso es otro análisis para otro momento.

Tal como yo lo veo, el lagarto simplemente debió haber estado en su medio ambiente, sin molestar a nadie, y disfrutando del cálido sol floridano. Por otra parte, el canijo debió haber sido una de esas criaturas atrofiadas, reminiscencias de un perro, de esos que caben en carteras de mano, con el típico ladrido chillón -“cuchi”- de los que logran sacar de sus casillas hasta el más estoico monje tibetano. Me imagino a este animalejo en cuestión, dando gala de los restos genéticos de sus antepasados lobos, ladraba con furia al lagarto buscando a ver si lo “asustaba”. Ahora, si alguno de los mencionados monjes logra transformarse cual Dr. Jekyll gracias a los constantes ladridos penetrantes de una pelusa con patas, ¿Qué creen ustedes que un lagarto hambriento hubiese hecho? Simplemente, la naturaleza siguió su curso, y el equilibrio – léase la paz – volvió al parque, al menos por un instante, hasta que los gritos y sollozos de los familiares remplazaron los ladridos de su, ahora en proceso de digestión, mascota.

Como todo post de Facebook, la nota se vio rápidamente acompañada de “likes” y comentarios de personas manifestando su horror o sorpresa. Siendo este un post de una comunidad local, en cuestión de minutos ya los comentarios llegaban casi al centenar. Es de notar que Facebook tiene un algoritmo muy inteligente que por defecto solo muestra una docena de los comentarios más recientes, quedando el resto oculto pero fácilmente desplegables a solicitud explícita del usuario. Fue justo en ese momento que me tropiezo con la noticia, la cual me pareció interesante, y cuando dirijo mi mirada a la lista de comentarios, el primero que aparece es una foto de un letrero, con un dibujo de un “Alligator” que dice textualmente, y traduzco: “PELIGRO, NO ALIMENTE NI MOLESTE. LOS GATORS NO PUEDEN SER DOMESTICADOS Y ALIMENTARLOS PUEDE RESULTAR EN QUE CONFUNDAN UNA MANO CON COMIDA. LA LEY DE FLORIDA PROHIBE ALIMENTAR O MOLESTAR A LOS ALLIGATORS. MULTA $500, LEY ESTATAL DE FLORIDA 372.667”. Al terminar de leer la foto, la cual me pareció irónica, en mi mente solo apareció una pregunta que desde todo punto de vista, tenía toda lógica. A todos aquellos que me conocen sabrán que gracias a mi humor, herencia de los “Diaz”, yo iba a ser totalmente incapaz de dejar de formular mi “pregunta”. Por supuesto, de inmediato procedí a colocar mis dedos en el teclado, y simplemente escribir: “¿Fueron multados los dueños por alimentar al Alligator?”

Como dije anteriormente, los comentarios anteriores estaban ocultos, lo cual me impidió darme cuenta que la ahora ex-dueña del animalejo, era una de las contribuyentes de los comentarios del post. El post se había convertido en una larga retahíla de notas de condolencias a la señora y su familia... por un animal. La mujer alimentada por la lástima de los demás no paraba de dar gracias por tantas notas de simpatías, y publicaba fotos y más fotos del canijo. De todo esta situación me vine a dar cuenta ya tarde.

Entre toda esta inundación de condolencias y "lo-sientos", de cazadores de “likes”… mi comentario, no solamente era el único que no formaba parte de la corte de esas “sinceras” notas de pésame, sino que destacaba como un letrero luminoso de Las Vegas en total contraste con la tónica del resto.

¡Horror! ¡Espanto! ¡Herejía!... Liderados por la ahora “agraviada” ex-dueña, la turba de “mascoteros” comentaristas, se abalanzó a “apedrearme” con notas tildándome de insensible, monstruo, y otras lindezas similares. La mujer clamaba que su canijo era “familia”  – y no se vayan a olvidar de este detalle –  Ella comparaba la situación a que si hubiese sido el caso de una hija mía, como me hubiese sentido yo. Honestamente no me esperaba tal reacción talibana ante mi comentario, que sinceramente no hubiese hecho de saber que la dueña… perdón ex-dueña, formaba parte de los comentaristas del post. Fue tal el ataque contra mí, que me tuve que retractar, pedir perdón de manera pública, al mismo tiempo enviar un mensaje personal de disculpa a la “agraviada” mujer, y finalmente auto-censurar mi comentario en el post.

Después de hacer mi respectivo mea-culpa, decidí pasar la página y no pensar más en el asunto. Como saben ustedes, Facebook no se caracteriza por dejarte olvidar así nada más… Como una novia cuaima que se encarga de recordarte de todas las cosas que dijiste o hiciste así hayan pasado varios años, basta con que algún metiche haga “like” o escriba un comentario en un viejo post, para que éste salga a relucir nuevamente en tu “timeline”. Gracias a esta característica peculiar de Facebook es como me entero que la mujer -ex-dueña- en pleno “luto”... si la misma que me llamó insensible... la misma que se atrevió a mencionar a mis hijas atreviéndose a compararlas con su canijo ridículo, sin haberse digerido todavía completamente su "puchi, se encontaba, a escasos dias del suceso, activamente viendo refugios, tiendas y fotos de otros animalitos, buscando remplazar al que era considerado “familia”. No solo eso, la misma turba que salió en su defensa, le enviaba más fotos de otros potenciales “familiares” a ser adoptados… pero el insensible soy yo.

Soy un amante de la naturaleza en general. Admiro le gran diversidad de vida que ha evolucionado en este planeta, desde el odiado mosquito, hasta la ballena azul, pero mi visión del mundo es clara, animales son animales. Es posible que mi falta de comprensión ante ese, a mi modo de ver, desproporcionado amor a un animal, me presente ante los ojos de los demás como un ser sin corazón o insensible, tal vez sea asi, pero algo les aseguro... de pasarle algo “similar” a un familiar mío, primero, espero que el “Alligator” se indigeste seriamente, y segundo, veo muy poco factible que yo vaya a salir corriendo a una tienda a buscarme un “familiar” nuevo, y por favor ¡absténganse de mandarme fotos de otros “familiares” en adopción!…

¡Se ven cosas en este mundo!



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